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Los Ángeles Guardianes protegieron a los 270 moteros que disfrutaron de los parajes de La Alcarria y el Alto Tajo

 

La etapa, en la que han participado moteros de Castellón, Valencia, Alicante, Madrid, así como de zonas de Castilla y León, discurrió en 2021 entre Torija y Molina de Aragón, entre campos de lavanda, cereal, pinares y bosques cerrados. 

 

Más de 200 motos se dieron cita, a las que hay que sumar 20 de la Organización, con 270 inscritos y casi 300 participantes, en una jornada con un tiempo excelente. Esta es la prueba de que la 1ª Ruta Motera ‘Guadalajara, 1000 kilómetros entre Castillos’, que discurrió entre Torija y Molina, fue un éxito.

Todo ello fue posible gracias al impulso de Diputación provincial, en colaboración con Nueva Alcarria, Guadalajara Media y Pausanias, así como la imprescidible organización de los moteros de la Asociación Ángeles Guardianes, que se encargaron de los pormenores del itinerario. Su presencia fue muy activa, con 20 asociados apostados en cada cruce para orientar a la comitiva, que estuvo en todo momento acompañada por una pareja de la Guardia Civil y una ambulancia de Protección Civil.

A destacar otro hecho: la cooperación del Ayuntamiento de Torija, cuyo alcalde, Rubén García Ortega, a la par vicepresidente primero de Diputación, dieron la bienvenida a los participantes, en presencia del presidente del Consejo de Administración de Nueva Alcarria, Miguel Bernal, y representantes de ‘Ángeles Guardianes’. Todos los participantes agradecieron la hospitalidad del Ayuntamiento de Arbeteta, parada intermedia, que pusieron a su disposición la vía pública para que pudieran estacionar y descansar, antes de partir rumbo a Molina. 

Esta primera etapa consistió en un recorrido de 190 kilómetros y transcurrió por las poblaciones de Torija, Brihuega, Alocén, La Puerta, Arbeteta -donde se realizó el almuerzo-, Peñalén, Poveda, Corduente y finalizó en Molina de Aragón, donde fueron recibidos por el motoclub local Ice Riders y se realizaron una comida de hermandad y entretenimiento musical.

Sin duda, fue una cita inolvidable para todos, con un recorrido para todos los gustos, entre tramos rectos de la Alcarria y las viradas carreteras del Alto Tajo. En su retina se fijó el esplendor de los briocenses campos de lavanda, las llanuras cerealísticas y los cerrados bosques del Alto Tajo, cuyas carreteras en perfecto estado serpentean abriéndose camino a la civilización.