Una ruta turística en moto por la provincia de Guadalajara. Organízala a tu aire.
Monasterio de Bonaval

Monasterio de Bonaval


Descripción

Retiendas es un pequeño pueblo pegado al Jarama con apenas cincuenta habitantes en invierno que posee una iglesia parroquial románica, de pequeña estampa y con sucesivos retoques a lo largo de los siglos. En su interior hay algunas tallas de gran valor, como la de la Virgen de la Paloma hecha de alabastro blanco, procedentes del vecino Monasterio de Bonaval, hoy en ruinas, pero de enorme trascendencia durante varios siglos. Durante la fiesta de la Candelaria, el pueblo saca una alegre botarga, personaje disfrazado de diablo con vestimentas de vivos colores que recorre el pueblo sacudiendo estopa a cuantos se encuentra en su camino. Es una de las tradiciones más vivas en todos los pueblos de la Campiña y de la Sierra Negra. Retiendas no tiene castillo, pero cerca del pueblo están las ruinas más hermosas de la provincia de Guadalajara: Bonaval.

El monasterio de Bonaval se encuentra en un apartado y acogedor valle a orillas del río Jarama al que se accede por un camino en no muy buen estado, de dos kilómetros de longitud, que nace junto al cementerio de Retiendas. Conviene aparcar la moto. El lugar donde se encuentra rememora el tipo de paisaje que elegía la Orden del Císter para sus fundaciones. Los textos relatan sus preferencias por valles frondosos, alejados de la población y que además tuvieran abundantes aguas que permitiesen la higiene de los monjes, la instalación de molinos y el riego de las huertas; condiciones éstas que reúne a la perfección este cenobio cisterciense.

Fue fundado en 1164 por Alfonso VIII. Los primeros monjes que poblaron el monasterio procedían de su homónimo de Balbuena, en Palencia. En la actualidad sólo quedan en pie pequeñas zonas correspondientes al templo, pero es sin duda una de las ruinas más hermosas de la provincia. La iglesia podría perfectamente tener tres tramos, incluyendo el crucero, y en los restos que siguen en pie se adivinan ciertas reformas posteriores a su fundación. Los arcos de la bóveda de cañón apuntada en el brazo del crucero entremezclado con algún soporte del arco triunfal de tipo hispano-languedociano, con sus dobles columnas adosadas a los frentes permanece en buen estado. El ábside central tiene unos vanos estrechos y estilizados que marcan ya con sus esbeltas columnas unos ejes verticales afines al estilo gótico. Por su parte, las puertas y ventanas alternan las molduras cóncavas y convexas, ribeteadas por chambranas de puntas de diamante, una costumbre muy frecuente en el repertorio decorativo del último románico guadalajareño.

A pesar de su estado semirruinoso, o tal vez por ello, la visita a este rincón paradisíaco, sobre todo a primeras horas de la mañana cuando todavía se escucha el alboroto y el trino de los pájaros que merodean y anidan entre sus piedras, es agradecido y muy sugerente.

Galería de imágenes




Fuera de ruta

Antes de tomar el hilo de nuestra ruta, rumbo a Tamajón, os lanzamos una propuesta no exenta de aventura, fuera de ruta. Volviendo por el camino desde el monasterio hacia Retiendas, y unos metros antes de llegar al cementerio, sale a mano izquierda una carretera, en no muy buen estado. En su arranque hay un cartel que indica: “Pantano de El Vado”. Se aconseja al viajero que tome ese camino y que circule con mucha prudencia. Al mismo tiempo que asciende por una hermosa ladera poblada de sabinas, pinos y matorral, irá divisando la hermosura del valle donde los monjes del Císter levantaron Bonaval y entenderá un poco mejor su necesidad de huir del mundanal ruido. Abajo divisará el alegre corretear del río Jarama, todavía mozo, pero ya con un importante caudal de agua. Tras seis kilómetros aproximadamente de ascensión el viajero se encontrará con las compuertas y las casas de los guardas de la presa de El Vado. Una enorme extensión de agua entre montañas, cuya placidez invita a la contemplación sosegada. Tras cruzar la compuerta principal, la carretera se bifurca. A mano izquierda continúa la en una pronunciada cuesta hacia la parte baja de la ladera. A la derecha, una pista asciende sobre las aguas del pantano. Esta pista nos acerca al pueblo de La Vereda, un hermoso pueblo virgen, ejemplo de la Arquitectura Negra. No es aconsejable subir salvo que se tenga una moto preparada para ello.